jueves, 6 de noviembre de 2008

Un final apasionante


Como no podía ser de otra manera el título se definió en la última curva del último Gran Premio de la temporada. Hamilton se convirtió en el piloto más joven en consagrarse campeón y el primero de raza negra en la historia de la Fórmula Uno

Una de las carreras más emocionantes de los últimos años se disputó el domingo. Cuando todo parecía encaminado para que Felipe Massa con su Ferrari se quedara con el título de pilotos de la Fórmula Uno, el error de Timo Glock, que nada tenía que ver en la disputa del campeonato, cambió el rumbo o quizás lo encausó a su curso natural. Finalmente Hamilton, a bordo de un McLaren –escudería que desde el triunfo de Mika Hakkinen en 1999 no se alzaba con el título- se convirtió en el trigésimo campeón de la historia.

Historia que comenzó allá por 1950, cuando se concretó el sueño, por años postergado, de realizar un campeonato de estas características. El Reino Unido fue elegido como el punto de partida de la máxima categoría del automovilismo.

Giuseppe Farina, doctorado en leyes, se convertía en el primer campeón, al mando de un Alfa Romero. Nuestro Juan Manuel Fangio era partícipe de los albores de la máxima y conquistaría un récord que se mantendría por décadas –cinco títulos mundiales- y sería “destruido” por Michael Schumacher, pero en la era tecnológica, donde importa más el auto que el piloto.

Pero ganar un campeonato de Fórmula Uno no siempre significa ser el mejor. Gilles Villeneuve –progenitor de Jacques, campeón en 1997- es una clara muestra de ello. Gilles es recordado por sus maniobras y su excelente manejo, pero jamás pudo conseguir el ansiado título, sin embargo su nombre es más recordado que de el John Surtees, campeón en 1964 o Jochen Rindt en 1970, por citar algunos ejemplos.

Hasta la ultima curva

Hace años que no se vivía una definición tan emocionante. Lewis Hamilton llegaba a Brasil con una ventaja de siete puntos sobre su más cercano perseguidor, Felipe Massa. Los fantasmas de la temporada anterior rondaban en el equipo McLaren.

El británico arribó como máximo favorito a la última carrera de 2007, por detrás lo seguían Fernando Alonso, compañero de escudería, con 4 puntos menos y el tercero en discordia era Kimi Raikkonen. Para todos, el campeonato se definía entre los pilotos del team impulsado por motores Mercedes Benz, pero la historia sería otra. Raikkonen ganó la carrera y Hamilton no pudo con la presión que significaba estar en su primera temporada en la máxima y encontrarse tan cerca de la consagración. Cometió errores que lo relegaron a la séptima posición y lo dejaron a tres puntos del finés. Quien se llevaría el título, para engrosar aún más las vitrinas de la escudería del Cavalino Rampanate.

Pero este año tendría la revancha, aunque el sobrepaso de Sebastián Vettel a menos de dos vueltas del final de la carrera hicieran pensar a todos que la historia se repetiría. Así lo creyeron en el box de Ferrari una vez que Felipe divisó la bandera a cuadros. Sin embargo, a 500 metros del final y con el piso mojado, debido a la lluvia que caía sobre el circuito de Interlagos, el alemán Timo Glock que decidió mantenerse en pista con neumáticos de piso seco no pudo controlar su coche y cedió su posición a Hamilton, que cruzando la meta en quinto lugar lograba el título, sólo con un punto de ventaja sobre el piloto brasileño.

Hamilton, un piloto con una historia especial

El mundo del automovilismo no es fácil, se necesita mucho dinero y mucha suerte. Innumerables pilotos han quedado en el camino por no conseguir ninguna de las dos. La historia de Lewis no es la excepción, aunque con otras variantes.

La admiración de su padre, Anthony, por el atleta estadounidense Carl Lewis es lo que dio origen a su nombre. Desde pequeño Lewis mostró sus intenciones de ser piloto y su padre hizo hasta lo imposible para cumplir el sueño de su hijo. Debió afrontar el abandono de su esposa y la discapacidad motriz de su hijo menor. Sin embargo siguió adelante, y ese ímpetu y decisión forjaron el carácter de su hijo.

Anthony era empleado ferroviario, pero con ese dinero no alcanzaba para concretar el sueño de su hijo. Buscó un trabajo extra para juntar el dinero necesario, así el pequeño Lewis podría cumplir su anhelo de correr el karting.

A mediados de los 90 Lewis conoció a Ron Dennis, jefe McLaren, en la entrega de premios de la revista Autosport, y con la inocencia de sus diez años le expresó: “Algún día quiero correr en su equipo”. Dennis le dio una tarjeta y lo invitó a llamarlo cuando ganara algo. No fue necesario. El jefe de la escudería tomó primero el teléfono, motivado por los múltiples triunfos del pequeño sobre el karting. Lo incluyó en el programa que tiene la firma anglo-alemana para pilotos jóvenes. De su mano, Lewis pasó por la Fórmula Renault Inglesa, la F3 y la GP2, escalón previo a la F1. Es esto lo que diferencia Hamilton del resto de los pilotos, la mayoría de ellos no cuenta con un apoyo de tal magnitud y abandonan la práctica del deporte.

Finalmente Lewis cumplió con Dennis, corrió en su equipo y devolvió a McLaren la gloria por tantos años perdida.

Las Flechas de Plata, una vez más, brillan en lo más alto del podio del automovilismo mundial.


Por Mónica Osorio

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